El café, ¿un aliado contra la depresión?

¿Tienes depresión y no sabes si puedes tomar café? En el siguiente artículo resolvemos todas tus dudas.

Nadie pone en entredicho que la cafeína es una sustancia psicoactiva, es decir, que tiene la capacidad de alterar algunas funciones cerebrales, como el estado de ánimo, los patrones de sueño o el comportamiento.

Esto hace que muchos se pregunten hasta qué punto el café influye en nuestra salud mental. Todos parecen concordar en que ayuda a mejorar la memoria y a frenar el deterioro cognitivo, incluyendo un retraso en la aparición de la enfermedad de Párkinson. Sin embargo, en cuanto a la depresión, es una cuestión en la que los científicos no se ponen de acuerdo. Mientras que muchos están convencidos de que la cafeína puede aliviarla, otros creen que, por el contrario, puede agravarla.

¿Quién tiene la razón? Si analizamos las dos posturas veremos el asunto con mayor claridad y será más fácil llegar a una conclusión satisfactoria.

Café y depresión: argumentos a favor

Los investigadores aún no han descubierto todos los mecanismos biológicos que desencadenan una depresión. Por eso los diferentes fármacos que se recetan no tienen el mismo efecto en todos los pacientes.

Hasta el día de hoy, los médicos trabajan con varias teorías para determinar el diagnóstico: desequilibrio químico en el cerebro, predisposición genética, inflamación cerebral, la presencia de una enfermedad grave o circunstancias dramáticas (como la muerte de un ser querido).

Es cierto que el café no influye en todas esas circunstancias, sin embargo, una investigación publicada en la revista Molecular Nutrition Food Research estableció que la cafeína, y especialmente la del café, era un protector contra la depresión. Es más, demostró que el riesgo de desarrollar depresión disminuía cuando los individuos aumentaban su consumo diario de cafeína.

Ahora bien, la depresión causada directamente por la cafeína afecta a menos del 1% de las personas. Y es que los efectos van a depender del nivel de tolerancia que cada persona tenga ante la cafeína y de la cantidad que ingiera. A este respecto, puede resultar difícil calcular con exactitud la dosis consumida, ya que la cafeína, en estado natural o sintética, está presente en productos tan variados como el café, el té, el chocolate, los refrescos de cola, las bebidas energéticas, complementos dietéticos y algunos analgésicos.

Los efectos positivos de la cafeína en el cerebro son principalmente dos:

1. Aumenta la liberación de sustancias químicas

Dos sustancias asociadas a la depresión son la dopamina y la serotonina. La primera interviene en procesos como la motivación, la productividad, el placer y la relajación. Mientras que la segunda está relacionada con el apetito, las emociones y los estados de ánimo. Cuando la concentración de cualquiera de estos neurotransmisores es más baja de lo normal, los riesgos de desarrollar depresión aumentan.

En este sentido, la cafeína juega un papel importante. Al llegar al cerebro incide directamente sobre la membrana exterior de las neuronas, donde se encuentran los receptores de adenosina. Se adhiere a ellos y los deja inactivos. Estos receptores, además de transmitir información, son los encargados de regular algunos neurotransmisores, entre ellos la dopamina y la serotonina.

De esta manera, al no poder impedir su liberación, los niveles de los neurotransmisores aumentan, al mismo tiempo que se reducen las posibilidades de que aparezcan los síntomas de la depresión.

Sin embargo, también se ha visto que el consumo regular de cafeína provoca una disminución de los niveles de serotonina. Por lo que el café puede no ser muy recomendable a largo plazo en los casos de depresión causada por desajustes bioquímicos.

2. Efecto antioxidante y antiinflamatorio

El café, además de cafeína, contiene otros componentes que destacan por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Se trata de polifenoles, como el ácido clorogénico y el ácido cafeico; y los dipertenos cafestol y kahweol. Todos ellos son capaces de disminuir la inflamación de las células nerviosas.

Existe un tipo de depresión relacionada con la inflamación cerebral. Suele estar causado por la liberación masiva de citoquinas, unas proteínas que regulan la respuesta inmunitaria e inflamatoria. Cuando hay un exceso de citoquinas el sistema inmunitario envía señales de alarma. En ocasiones esto provoca la inflamación del cerebro y una alteración en sus funciones. Como consecuencia, el riesgo de padecer depresión, pérdida de memoria, trastorno bipolar o esquizofrenia aumenta.

Por lo tanto, los compuestos del café pueden ser una ayuda para aliviar síntomas como el sentimiento de angustia propia de la enfermedad.

Café y depresión: argumentos en contra

Una parte de la comunidad científica pone en duda que el café sea un protector contra la depresión, incluso creen que puede empeorarla. Argumentan que un consumo excesivo de cafeína puede provocar síntomas como dolores de cabeza, aumento de la presión arterial, náuseas, palpitaciones, inquietud y ansiedad (un factor que, sostenido en el tiempo, es el desencadenante de la depresión).

El café también puede causar insomnio y esto, a su vez, altera el estado de ánimo. Así que las personas que tengan problemas para dormir no deberían tomar cafeína más allá de las 5 de la tarde.

Diversos estudios han demostrado que la ingesta de cafeína en personas que sufren alteraciones de su estado anímico aumenta el riesgo de padecer depresión, o la empeora si ya está diagnosticada. De hecho, los individuos propensos a sufrir ataques de pánico experimentaron una mayor ansiedad.

Por otro lado, no hay que olvidar que los efectos de la cafeína sobre el sistema nervioso son transitorios (duran aproximadamente entre cuatro y seis horas). Una persona con depresión debería tener en cuenta este hecho antes de tomar café ya que, pasado ese tiempo, podría experimentar un bajón importante en su estado de ánimo.

Por eso, quienes padecen la enfermedad deberían limitar, o incluso evitar, el consumo de café. En el caso de que sea un bebedor habitual, la reducción nunca debería hacerse de forma brusca, sino gradual con el fin de ayudar al organismo a que se adapte a la falta de cafeína y evitar los desagradables efectos de la abstinencia.

En conclusión, los efectos del café sobre la depresión pueden dar lugar a una cierta mejoría en el estado de ánimo, siempre y cuando se trate de un consumo moderado, es decir, dos o tres tazas al día. Sin embargo, la ingesta excesiva da como resultado el efecto contrario y puede hacer empeorar al paciente.