Tipos de tés e infusiones herbales

¿Te apasionan las infusiones y los tés? Este artículo te mostrará cuántos tipos diferentes existen y cuáles son sus diferencias.

El ser humano conoce el poder curativo de las plantas desde hace miles de años. La historia apunta a que fueron los chinos los primeros en utilizar la infusión de té como medicina. Parece ser que a partir del año 500 a.C. su consumo se extendió entre la población. Sin embargo, no fue hasta que el comercio marítimo conectó los continentes cuando el té alcanzó su popularidad actual.

A día de hoy, las infusiones son la segunda bebida más consumida del planeta, después del agua. Y son muy apreciadas por sus múltiples propiedades medicinales.

Existen decenas de variedades, casi tantas como plantas hay en el mundo. Pero también hay una gran confusión entre lo que es un té y una infusión.

Veamos cuál es la diferencia.

Té e infusión: parecidos, pero no iguales

Se tiende a pensar que el té, las infusiones y el café son bebidas totalmente diferentes, pero, en realidad, todas ellas son infusiones. ¿Cuál es la explicación?

Una infusión se define como la bebida que se obtiene al introducir en agua muy caliente las hojas, raíces o frutos de cierta planta. Después, se tapa y se deja reposar entre 5 y 10 minutos, dependiendo del tipo de vegetal.

En el caso del té, se prepara a partir de una única planta: la Camellia sinensis (originaria de China) y de la variedad Camellia assamica que se cultiva en la India. Sus hojas se infusionan en agua caliente, sin dejar que llegue a hervir, y se dejan reposar entre 2 y 5 minutos.

Los diferentes tipos de té (verde, rojo, negro, blanco, azul y amarillo) surgen de la misma planta.

La temperatura del agua, tanto en la infusión como en el té, garantizan que los principios activos de la planta, es decir, las sustancias que tienen efectos medicinales, pasen al agua inalterados.

Otro de los factores que diferencia ambas bebidas es su composición química. El té contiene cafeína y es, sobre todo, rico en antioxidantes.

Por el contrario, las infusiones carecen de estimulantes y ofrecen un abanico mucho más amplio de propiedades saludables. Además, también se pueden preparar con especias y frutas.

Pero, ¿qué pasa si dejamos que las hierbas, frutos, raíces o flores hiervan durante unos minutos? Pues que ya no estaríamos hablando de infusión, sino de tisana. En este caso los principios activos se deterioran y pierden parte de sus propiedades.

Como curiosidad, cabe mencionar que la cafeína y la teína (la sustancia estimulante del té) no son compuestos diferentes sino que son la misma molécula. La diferencia está en que al descubrirse la cafeína del té, esto aún no se sabía y se le bautizó con el nombre «teína». Pasa lo mismo con la cafeína del guaraná, que recibe el nombre de «guaranina».

Finalmente, para zanjar del todo este tema, podemos definir la diferencia entre infusión y té con la siguiente frase:

Todos los tés son infusiones, pero no todas las infusiones son tés.

Tipos de té

Si bien es cierto que existen 6 tipos generales de té, en el mercado podemos encontrar una variedad bastante más amplia basada en las mismas. Cada productor, dependiendo del lugar y altitud del cultivo o de cómo procese las hojas de la planta, obtendrá diferentes gamas de un mismo tipo de té, que variarán en color, aroma y sabor.

Además, también pueden optar por crear nuevas variedades al realizar mezclas con otros ingredientes, tales como frutas, especias, hierbas, flores o esencias. Son los llamados Tea Blends o tés aromatizados.

A continuación, veremos cuáles son las características de las principales clases de té.

1. Té verde

Sin duda, es la variedad más popular y la que más se ha estudiado con relación a sus beneficios para la salud.

El mayor productor de té verde es China, donde es muy apreciado.

Tanto su aroma como su sabor suelen describirse como vegetal con un leve toque amargo.

Se elabora a partir de las hojas jóvenes de la Camellia sinensis. Tras su recolección se inicia el proceso natural de oxidación que el productor detiene tostándolas ligeramente en sartenes o woks (en Japón las cuecen al vapor en cestas de bambú). Después se enrollan y se dejan secar.

Entre sus compuestos destacan las catequinas, un tipo de polifenoles que favorecen la salud del corazón y de la piel, mejoran la memoria y reducen el colesterol malo. Además, es una de las bebidas más recurrentes para quemar calorías y perder peso.

El té verde cuenta con cientos de variedades diferentes, producidas principalmente en China, Corea y Japón.

Una de ellas es el Matcha, el té tradicional japonés por excelencia, ya que es el que se utiliza en la famosa ceremonia del té. Se elabora triturando las hojas y disolviendo el polvo resultante en agua. Debido a este proceso, su nivel de antioxidantes es más elevado que el del té verde convencional.

2. Té negro

En el siglo XVII unos productores chinos oxidaron demasiado, por error, las hojas de té verde que preparaban. Sin querer, descubrieron una variedad nueva: el té negro.

El proceso para elaborarlo consiste en dejar secar las hojas hasta que alcancen un grado elevado de oxidación, otorgándole al té ese color oscuro y el sabor intenso tan característico.

El té negro es el que presenta una mayor concentración de cafeína, aunque menos que el café. Por eso, muchas personas lo toman como sustituto de este.

Además de combatir la inflamación y mejorar la circulación sanguínea, el té negro alivia los dolores de cabeza, estimula la memoria y combate la caries gracias a su contenido en flúor.

Este tipo de té ha dado lugar a variedades tan conocidas como las británicas Earl Grey, English Breakfast y Irish Breakfast; las hindúes Assam y Darjeeling; o el Ceilán de Sri Lanka.

También existen otras mezclas originarias de China y África, todas ellas con aromas y sabores muy variados: cacao, florales, dulces, frutales, frutos secos, especias, etc.

3. Té rojo (Pu-erh)

Se diferencia del resto, no solo por su color, sino porque se trata del único té fermentado.

Este proceso, similar al del vino, empieza con la recolección de las hojas más viejas de la planta para dejarlas fermentar en cuevas naturales durante varios años, entre 2 y 60, dependiendo de los matices de sabor que se quieran conseguir.

La fermentación microbiana modifica la composición química de las hojas y hace que estas se vuelvan de un color rojizo.

El té rojo tiene propiedades calmantes, regula el colesterol, mejora la respuesta inmune del organismo, depura el hígado y es de gran ayuda en las digestiones pesadas.

Debido a su contenido en taninos, no se aconseja que lo tomen mujeres embarazadas ni en periodo de lactancia, ya que estos compuestos pueden bloquear la absorción del hierro.

El té rojo se produce principalmente en la provincia china de Yunnan.

4. Té blanco

Su nombre no hace referencia al color de la infusión, sino al proceso de elaboración. Es el té menos procesado: una vez recogidas las hojas jóvenes de la planta se someten a un secado rápido para evitar que se oxiden. Por lo tanto, sus propiedades permanecen prácticamente inalteradas.

En la antigua China, el té blanco se convirtió en la bebida favorita de emperadores y nobles. Y hoy sigue siendo muy apreciado por su sabor suave y delicado.

Se le atribuyen beneficios relacionados con la salud de la piel y el cabello, de los huesos y del hígado. Su contenido en catequinas y flúor también combaten la placa bacteriana.

5. Té azul

Se trata de un té de oxidación intermedia. Se sitúa entre el verde (poco oxidado) y el negro (muy oxidado), con un amplio abanico de matices.

El color de la infusión no es azul, sino que varía entre el amarillo y el verde. En cuanto al sabor, depende del grado de oxidación, de ahí que sea el té que más variedades ofrece.

El té azul destaca por contener el aminoácido L-teanina que, junto a los polifenoles, mejora la respuesta de nuestras defensas, disminuye el riesgo de padecer diabetes tipo 2 y ayuda a prevenir enfermedades cognitivas, como el alzheimer y la demencia senil.

6. Té amarillo

Seguramente es el tipo de té menos conocido. De hecho, se produce sólo en China y no es fácil de conseguir, además de ser bastante caro.

Es una variedad poco oxidada, de sabor suave. En su proceso de elaboración, las hojas se tuestan rápidamente para evitar un exceso de oxidación. Seguidamente se envuelven en paños húmedos. Dependiendo del resultado que se quiera conseguir, el procedimiento se repite varias veces, controlando siempre los breves tiempos de oxidación.

Al igual que el resto de tés, el amarillo también posee una buena cantidad de antioxidantes y minerales como el hierro, el flúor, el fósforo y el magnesio. Por lo tanto, combate el envejecimiento celular, es cardioprotector, mejora los síntomas del síndrome metabólico y favorece la salud del sistema digestivo.

Tipos de infusiones

Las diferentes variedades de infusiones parecen no tener fin. Un buen número de plantas, frutas y especias pueden emplearse para elaborar una bebida. Y, mientras que los tés comparten prácticamente todas las propiedades, el resto de vegetales proporciona una serie de beneficios saludables bastante más amplia.

Como ya hemos visto, los tés son infusiones, pero también lo es el café y el mate, una bebida estimulante derivada de las hojas de la yerba mate, muy típica en Argentina y Uruguay.

Pero seguramente, lo que nos viene a la mente cuando pensamos en infusiones son las denominadas comúnmente como «hierbas», muy socorridas en determinados momentos del día. Las hay de dos tipos:

  • Herbales. Son aquellas que se elaboran infusionando partes de plantas (hojas, tallos, frutos) y que se suelen tomar cuando surge algún malestar, como un trastorno digestivo, síntomas de resfriado, ansiedad o insomnio. Entre las más conocidas se encuentran la manzanilla, el poleo-menta, la equinácea, el anís, la menta, el tomillo o la cola de caballo.

Dentro de esta categoría se incluye el rooibos, al que muchas personas consideran un té. Sin embargo, no proviene de la planta Camellia sinensis, sino de la Aspalathus linearis, originaria de África.

  • Frutales. Suelen ser refrescantes, diuréticas e hidratantes. Son muchas las frutas que se pueden utilizar, normalmente troceadas o licuadas. Aunque, en ocasiones, también sirve la piel, como la del limón.

Como ves, el mundo de los tés y las infusiones es muy amplio y existen muchas variedades donde elegir. Conocerlas un poco mejor te ayudará a seleccionar la que más le convenga a tu cuerpo pero, en cualquier caso, cuando tomes una infusión, siempre disfrutarás de un momento reconfortante.