En los últimos tiempos, la preocupación por comer de forma sana y equilibrada ha hecho resurgir alimentos, por un tiempo olvidados, que ya formaban parte de la alimentación humana desde tiempos ancestrales. Es el caso de las semillas.
Estos pequeños comestibles constituyen la parte más importante del reino vegetal. En su interior se aloja el embrión de la futura planta y están llenas de los nutrientes necesarios que, en condiciones óptimas, harán que esta germine.
Nosotros podemos aprovechar toda su riqueza nutricional en beneficio de nuestra salud, de ahí que sean tan valiosas.
A continuación te mostramos las semillas comestibles más populares y cuáles son sus principales propiedades.
1. Semillas de amapola
Originaria de la zona mediterránea, sus semillas provienen de la variedad silvestre y de la conocida como «adormidera». En ambos casos, son muy apreciadas en las cocinas europea y asiática, tanto para elaborar productos de panadería y repostería como para aderezar ensaladas y salsas.
El interior de la cápsula de la amapola contiene las semillas y la savia. Esta posee propiedades narcóticas y se utiliza para obtener opio. Sin embargo, las semillas se extraen tras el proceso de secado de la planta, con lo que disminuye considerablemente la posibilidad de que provoquen efectos secundarios en nuestro organismo.
Las semillas de amapola son una gran fuente de calcio y vitamina A, por lo que contribuyen a mantener en buen estado los huesos, la piel, el pelo y las uñas.
También son consideradas un relajante natural, así que se recomienda su uso en periodos de estrés.
2. Semillas de chía
Las semillas de chía provienen de la Salvia hispánica, una planta originaria del centro y sur del continente americano. De hecho, la población de las culturas maya y azteca las consumían de forma regular, así como sus guerreros, para obtener energía extra.
Entre sus nutrientes figuran: fibra, ácidos grasos omega-3, vitaminas del complejo B y minerales como el potasio, el calcio, el manganeso, el magnesio, el fósforo y el zinc.
La chía posee propiedades antiinflamatorias, por lo que se recomiendan en casos de dolor en las articulaciones. También ayudan a bajar de peso gracias a los efectos saciantes de la fibra. A su vez, este nutriente colabora en el buen funcionamiento del tracto intestinal y reduce los niveles de azúcar en sangre, una propiedad que beneficia a las personas diabéticas.
Por otro lado, el omega-3 previene problemas cardiovasculares, mientras que el zinc y el magnesio refuerzan el sistema inmunitario.
Las semillas de chía se adaptan bien a cualquier tipo de preparación culinaria. Eso sí, para aprovechar todas sus propiedades es recomendable consumirlas molidas o en remojo. En este caso, formarán una gelatina que hay que tomar junto con las semillas.
3. Semillas de calabaza
Las calabazas son nativas del norte de México y sureste de Estados Unidos, donde ya se cultivaban hace unos 10000 años.
Existen muchas variedades de calabaza pero solo las semillas de la especie Cucurbita son comestibles, una vez que son desecadas. A partir de ahí, pueden consumirse crudas o tostadas.
Las semillas de calabaza contienen vitaminas E y del grupo B, hierro, magnesio y potasio. Además, son las que más proteínas aportan: 100 gramos poseen el 54% de la cantidad diaria recomendada.
Destacan por su contenido en triptófano, que actúa como relajante natural y ayuda a conciliar el sueño. También por la presencia de fibra y ácidos grasos omega-3, capaces de mejorar la función del sistema cardiovascular al reducir los niveles de colesterol malo.
Un aspecto singular de las semillas de calabaza es su contenido en cucurbitina, un aminoácido que contribuye a prevenir los problemas del sistema urinario y de la próstata.
4. Semillas de cáñamo
También se la conoce como semilla de hemp y proviene de la planta Cannabis sativa, cuyo origen se ubica en la antigua China. Hay quien la relaciona con la marihuana porque ambas se extraen de la misma planta, pero no tienen nada que ver la una con la otra.
Por su alto contenido en proteína vegetal, es una semilla ideal para personas veganas y deportistas, ya que les proporciona energía y repara los tejidos.
Debido a que también son ricas en fibra, ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6, magnesio y hierro, son buenas para reforzar huesos y músculos, prevenir el estreñimiento y aliviar los síntomas premenstruales y de la menopausia.
El sabor suave de las semillas de cáñamo permite añadirlas a recetas dulces y saladas, o incluso elaborar una nutritiva bebida vegetal.
5. Semillas de comino
Quizás sea el tipo de semilla comestible menos conocido, sin embargo hace milenios que se conoce en toda la zona mediterránea. En sus orígenes se usaba como remedio medicinal y, poco a poco se fue introduciendo en la gastronomía como condimento. Hoy en día es un ingrediente imprescindible de muchos platos tradicionales de la cocina española y árabe.
El comino es rico en vitaminas A y E, así como en minerales (hierro, potasio, fósforo, magnesio y calcio). Este conjunto de nutrientes les confiere propiedades carminativas y relajantes que resultan muy beneficiosas para solucionar problemas digestivos, como la dispepsia o mala digestión.
También se le considera un remedio natural contra la epilepsia, ya que puede prevenir las convulsiones, especialmente en niños.
6. Semillas de girasol
Conocidas comúnmente como «pipas», son uno de los aperitivos más populares. Aunque también son muy versátiles en la cocina, donde las podemos encontrar como aderezo en ensaladas, yogures, barritas de cereales o formando parte de galletas y bizcochos.
El girasol es una planta que ya se cultivaba en el continente americano hace más de 3000 años. De hecho, los incas la consideraban una planta sagrada debido a su similitud con el sol, al que veneraban como dios. No fue hasta el siglo XVI cuando se exportó a Europa.
Las semillas de girasol son ricas en ácidos grasos esenciales. Estos reducen los niveles de colesterol LDL evitando la aparición de aterosclerosis y otras enfermedades coronarias.
Contienen bastante fibra, que produce un efecto saciante, ayuda a perder peso y asegura un buen funcionamiento del tracto intestinal.
Destacan por su alto contenido en vitamina E, ácido fólico y minerales como el potasio, el fósforo, el magnesio, el selenio y el hierro. Todo ello convierte a las pipas en buenas aliadas de los deportistas y de las personas que sufren anemia.
Se recomienda consumir las semillas de girasol sin sal para evitar un exceso de sodio, que podría dar lugar a retención de líquidos y un aumento de la presión arterial.
7. Semillas de lino
El cultivo del lino tiene su origen en el Cáucaso, aunque se extendió por Oriente Medio. Se trata de una planta herbácea que se ha utilizado, desde hace más de 10000 años, para elaborar ropa y cuerdas con sus fibras y obtener aceite de sus semillas.
Las semillas de lino (también llamadas linaza) son ricas en fibra y ácidos grasos omega-3 y omega-9, por lo que son consideradas un alimento ideal para combatir el estreñimiento, prevenir enfermedades cardiovasculares y aliviar los síntomas de enfermedades inflamatorias.
Entre sus muchas propiedades, destacan la de regulador hormonal, anticancerígeno, antioxidante, antiinflamatorio y anticoagulante. Todo ello debido a su contenido de lignanos, lignina, proteínas, vitaminas E y B, calcio, magnesio, potasio y fósforo.
La cáscara de las semillas de lino es bastante dura, por lo que se aconseja consumirlas molidas.
8. Semillas de quinoa
Los arqueólogos creen que la quinoa era un alimento básico de la dieta de los pueblos que habitaban la cordillera andina, hace más de 5000 años.
Es el único alimento vegetal que posee los nueve aminoácidos esenciales que nuestro organismo necesita. También son ricas en ácidos grasos saludables, proteínas, fibra, hidratos de carbono, calcio, hierro, potasio, zinc y vitaminas A, C, E y del grupo B.
Entre sus muchos beneficios cabe destacar que disminuyen los niveles de colesterol y azúcar en sangre, previenen enfermedades del corazón y el envejecimiento prematuro, regulan el tránsito intestinal y refuerzan el sistema inmune.
Por todo ello, la quinoa es un alimento recomendado para deportistas, personas diabéticas y celíacas (ya que no contienen gluten).
Además, sus posibilidades culinarias son casi infinitas: lo mismo se utiliza en sopas, ensaladas y repostería.
9. Semillas de sésamo
Las semillas de sésamo, o ajonjolí, ya se utilizaban en las cocinas de Mesopotamia y el antiguo Egipto. Hoy en día, su consumo está muy extendido, ya sea tostadas o en forma de aceite.
Están cargadas de minerales como el magnesio y el zinc, que combaten el cansancio físico y mental y son necesarios para prevenir enfermedades neuronales.
También poseen altas cantidades de calcio y potasio, así como vitaminas del complejo B, que ayudan a mantener unos huesos y un sistema inmunológico fuerte, respectivamente.
Pero su rasgo más característico es la presencia de sesamina, un compuesto que reduce los niveles de colesterol, previene la hipertensión y protege el corazón.
Como puedes ver, hay semillas para todos los gustos y necesidades. Y son tantos sus beneficios que no hay excusa para incorporarlas de manera regular a nuestra dieta.