Una de las mayores preocupaciones de los padres es, sin duda, que sus hijos crezcan fuertes y sanos. Y a este respecto, la alimentación juega un papel fundamental. Son muchas las dudas que surgen sobre cómo y cuándo se deben introducir nuevos alimentos en su dieta, especialmente si no son tan habituales como las semillas.
Precisamente por el desconocimiento que existe sobre ellas, te mostramos porqué pueden ser beneficiosas para los más pequeños de la casa.
El poder de las semillas
La principal característica de las semillas es que su interior está repleto de los nutrientes necesarios para el desarrollo de los niños. Por eso, no deberían faltar en su alimentación.
Son alimentos ricos en ácidos grasos saludables, proteínas y calcio, pero también en vitaminas y minerales. Veamos algunos ejemplos:
Calabaza
Estas semillas contienen un elevado porcentaje de proteínas, ácidos grasos omega-3 y omega-6, y vitaminas del grupo B (excepto la vitamina B12), todos ellos nutrientes necesarios para mantener en buen estado el sistema inmunitario y nervioso, así como para obtener energía.
Chía
Las semillas de chía son altamente proteicas y una fuente excelente de ácidos grasos omega-3 (hasta el punto de contener siete veces más que el salmón). Pero uno de sus puntos fuertes es su contenido en fibra soluble y calcio, con un índice muy superior al de la leche.
Lino
Estas semillas son una de las mayores fuentes de ácido alfa-linolénico (un tipo de omega-3), un elemento esencial en la formación del cerebro. Pero también son muy útiles para combatir el estreñimiento y aliviar otros problemas digestivos, como la gastritis.
Pipas de girasol
Destacan por su elevado contenido en fósforo, potasio, magnesio y calcio, minerales que potencian el rendimiento físico y mental.
Sésamo
Son semillas muy ricas en ácidos grasos omega-6 y omega-9, ambos muy importantes para el desarrollo del sistema nervioso; vitaminas B1 y B2, necesarias para formar glóbulos rojos y obtener energía; y proteínas, que constituyen el 20% de su composición. Además, destacan por ser las semillas comestibles que contienen más calcio.
Cuando introducir las semillas en la dieta infantil
A partir de los seis meses, cuando empieza la alimentación complementaria, es el momento de introducir las semillas en las comidas del pequeño. Lo recomendable es ir despacio, de una en una durante unos días para comprobar que no se produce ninguna reacción alérgica.
Cuando son bebés, siempre se deben triturar las semillas antes de incorporarlas a los purés y a las papillas de cereales, de esta manera se evitan posibles atragantamientos.
Aunque estas recomendaciones también son válidas para niños más grandes, todo dependerá de su madurez digestiva, es decir, de su capacidad para masticar bien los alimentos, tragarlos y digerirlos. Esta es la razón de porqué, los pediatras desaconsejan ofrecer semillas enteras a pequeños menores de cinco años. En cualquier caso, lo mejor es seguir las pautas del pediatra o las de la Asociación Española de Pediatría sobre alimentación complementaria.
Otro punto a tener en cuenta tiene que ver con la elección de las semillas. A ser posible, procura que sean ecológicas y naturales, evitando las tostadas y aquellas que lleven sal, grasas y azúcares añadidos. También es desaconsejable dar semillas de lino y chía a niños menores de un año debido a su efecto laxante que puede perjudicar el sistema digestivo, aún inmaduro. Y en el caso del sésamo, es mejor esperar hasta los tres años porque es una semilla bastante alergénica.
Cómo dar semillas a los niños
Ya hemos mencionado que se puede añadir un puñado de semillas trituradas en la papilla o el puré. Sin embargo, a medida que el niño va creciendo, las opciones se amplían. Tu hijo puede aprovechar todas las propiedades nutricionales de las semillas si, por ejemplo, las incorporas a los batidos de frutas y yogures.
En el caso de la chía entera, debes saber que al entrar en contacto con un líquido se convierte en un buen espesante que no aporta sabor. Así que con ella se pueden elaborar postres saludables y con textura de pudding o natillas. Un vaso de leche con fruta troceada y semillas de chía se convierte en un postre de cuchara muy sabroso.
Otra opción es elaborar panes, y muffins caseros a los que se les añade semillas enteras como complemento. O bien, trituradas y mezcladas con la harina para incluirlas en la masa.
Por otro lado, las semillas también se pueden utilizar en platos salados como en guisos de carne con verduras, sopas, arroces y pastas. También en rebozados añadiendo semillas trituradas a la harina o al pan rallado.
Como puedes comprobar, con las debidas precauciones, tus hijos pueden consumir semillas y beneficiarse de todas sus magníficas propiedades.