Nuestro cuerpo obtiene energía a través de los alimentos. Estos nos aportan hidratos de carbono que el organismo convierte en glucosa. En una persona sana, el páncreas segrega una hormona llamada insulina cuya misión es descomponer la glucosa y convertirla en energía para nuestras células. Sin embargo, en una persona con diabetes, o bien el páncreas no produce suficiente insulina, o bien las células se han vuelto resistentes a ella, provocando que la glucosa se acumule en la sangre.
Por eso un buen tratamiento médico y la alimentación son esenciales para que la persona diabética controle los niveles de azúcar y, al mismo tiempo, prevenir algunas de las complicaciones que puede causar la enfermedad. Y es que una diabetes mal llevada puede dar lugar, entre otros, a problemas cardíacos, cerebrovasculares, oculares, de hígado o de riñón.
La dieta de un diabético debe incluir alimentos que contengan pocas grasas y sean de bajo índice glucémico, como las carnes blancas y el pescado azul, los cereales integrales, las verduras, algunas frutas (naranja, manzana, frutos rojos o pera), los lácteos descremados, los frutos secos y las semillas.
Tanto si padeces diabetes como si no, consumir semillas le va a reportar a tu salud una buena cantidad de beneficios ya que, en general, son ricas en vitaminas, minerales, proteínas, fibra y ácidos grasos esenciales.
Con respecto a estos últimos, y en concreto al ácido graso omega-3, su presencia es necesaria para mejorar la sensibilidad a la insulina, proteger los riñones y combatir la inflamación del organismo relacionada con la diabetes.
Qué semillas consumir si padeces diabetes
Las semillas han llegado para quedarse. Desde hace unos años las podemos ver en las estanterías de supermercados y tiendas de dietética. Lo que al principio parecía un alimento algo exótico, ahora forma parte de cualquier dieta saludable y es recomendado, incluso, por nutricionistas.
No nos debería sorprender porque las semillas gozan de un elevado valor nutricional que ha resultado ser muy beneficioso en aquellas personas que tienen el colesterol elevado, son diabéticas o hipertensas. Además, ayudan a mejorar el sistema digestivo, el cardiovascular y el inmunológico, entre otras muchas propiedades.
Como recomendación, la cantidad diaria a consumir no debería exceder los 30 gramos. Sin embargo, siempre hay que seguir las directrices del médico o de un nutricionista para evitar complicaciones, ya que algunas de ellas pueden causar molestias (hinchazón, dolor abdominal, diarrea) si se toman en exceso.
En el caso de la diabetes, existen cinco semillas que pueden ayudar a mantener los niveles de azúcar en sangre a raya. Veamos cuáles son:
Semillas de lino
Aunque tradicionalmente las semillas de lino se utilizan para combatir el estreñimiento, han demostrado ser eficaces en casos de diabetes tipo 2. Esto se debe, principalmente, a su alto contenido en fibra soluble y no soluble.
Con respecto a la primera, al entrar en contacto con líquidos se transforma en un compuesto gelatinoso llamado mucílago. Este tiene la particularidad de disminuir la resistencia a la insulina y la glucemia en ayunas, ya que frena la absorción de azúcar a través de las paredes intestinales. Además, reduce los niveles de colesterol malo y produce saciedad, un factor importante para favorecer la pérdida de peso.
Por otro lado, la fibra insoluble ralentiza la liberación de azúcar en la sangre, impidiendo la aparición de picos glucémicos durante el día.
El lino también es rico en ácidos grasos omega-3, un compuesto que no solo protege nuestra salud cerebrovascular, sino que hace bajar los marcadores de inflamación del organismo. Como resultado, previene las complicaciones médicas relacionadas con la diabetes.
Las semillas de lino se pueden consumir hidratadas, pero si te desagrada su textura viscosa, prueba a añadirlas a tus recetas molidas. También las puedes tomar enteras, aunque son de difícil masticación y el organismo no las digiere bien, por lo que no aprovecharías todos sus beneficios.
Semillas de chía
Destacan por ser ricas en antioxidantes (vitaminas A, C y E), minerales (calcio, hierro, potasio, magnesio, fósforo y zinc), proteínas, fibra y ácidos grasos omega-3 y omega-6.
El efecto conjunto de la fibra y el omega-3 contribuye a que el organismo no absorba tanto azúcar, se puedan controlar mejor los niveles de glucosa y disminuya la inflamación. También reducen el colesterol LDL y los triglicéridos, previniendo la aparición de dolencias cardíacas.
Por otro lado, la propiedad antioxidante de las semillas de chía frena el daño que los radicales libres hacen a las células. De esta manera, mejoran las condiciones generales del organismo.
La chía, como el lino, contiene mucílagos que producen un efecto saciante al expandirse en el tracto digestivo. Esto es de gran ayuda para mantener un peso saludable, tan importante en casos de diabetes, ya que reduce la cantidad de calorías que consumes al día.
También son un alimento muy energético, por lo que se recomienda tomarlas en momentos de debilidad física, muy típicos de la diabetes.
Las semillas de chía se pueden consumir tal cual, esparcidas en toda clase de recetas dulces y saladas, o hidratadas en algún líquido.
Semillas de calabaza
Estas semillas son ricas en fibra, antioxidantes y minerales como el hierro, el zinc, el cobre, el potasio y el magnesio. Su composición influye en el control de la presión arterial, así como de los niveles de colesterol y glucosa presentes en el torrente sanguíneo.
Por lo tanto, protegen la salud del corazón, pero también la del tracto intestinal, favoreciendo la digestión y los movimientos peristálticos del intestino.
Ya sea que se consumen crudas o tostadas, las semillas de calabaza se pueden añadir a ensaladas, sopas, cremas, batidos y postres.
Semillas de cáñamo
También conocidas como «hemp», pertenecen a la familia del cannabis, aunque a una variedad diferente, por lo que no tienen nada que ver con los efectos psicoactivos de la marihuana.
Su elevado valor nutritivo se debe a que abundan en proteínas, vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6. Por todo ello, son beneficiosas para disminuir la inflamación del organismo, favorecer la salud cardiovascular y digestiva, fortalecer el sistema inmunológico y controlar los niveles de glucosa en sangre.
Son un alimento muy versátil, así que no dudes en añadirlas a los cereales del desayuno, sopas, postres, ensaladas, etc.
Semillas de girasol
Las pipas de girasol aportan mucha fibra, proteínas y grasas saludables omega-3. Esta combinación ayuda a controlar los niveles de glucosa, ya que ralentizan la velocidad de absorción del azúcar por parte del intestino. De esta manera se favorece una liberación más gradual de este compuesto, evitando que se acumule en la sangre y que aparezca una hiperglucemia.
Las semillas de girasol suelen tomarse como aperitivo, y como tal, se tiende a abusar de él. Es un punto a tener en cuenta porque, si no moderas su consumo, estarás aportando a tu organismo un exceso de calorías nada beneficiosas.
Por su tamaño, las semillas pueden parecer insignificantes pero, como hemos visto, son auténticas bombas nutricionales que aportan innumerables beneficios a tu salud, ya sea que padezcas diabetes o no.