Los dolores de cabeza son los trastornos más frecuentes del sistema nervioso central. La migraña, por ejemplo, está en el puesto número ocho del listado de enfermedades incapacitantes que elabora la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las causas que provocan estos trastornos, así como sus características y tratamiento, pueden ser diversas: estrés, traumatismos, mala salud postural, depresión, ansiedad, resfriados y gripes, falta de sueño, presión arterial muy alta u otras enfermedades subyacentes.
La alimentación también juega un papel importante en este sentido y puede ser la causa de hasta un 90% de las cefaleas y migrañas. El chocolate, los productos lácteos, las naranjas y mandarinas, algunos frutos secos o el glutamato monosódico que se utiliza en muchos productos para potenciar el sabor, pueden desencadenar estos trastornos.
Otro producto que se relaciona habitualmente con el dolor de cabeza es el café, aunque no afecta de igual forma a todo el mundo. Muchas personas aseguran que tomar una taza de café les alivia el dolor, sobre todo por la mañana; mientras que otros tantos afirman que les produce el efecto contrario.
Así que, ¿cómo actúa realmente la cafeína?
La cafeína, ¿alivia o provoca dolores de cabeza?
A pesar de las muchas investigaciones que se han llevado a cabo, aún no se conocen todos los mecanismos que interactúan entre la cafeína y el cerebro. Lo que sí que se ha observado es que tanto puede ser el causante de un ataque como aliviar los síntomas.
Para entender porqué ocurre esto, primero debemos saber qué pasa en nuestro cerebro cuando experimentamos cefaleas. Antes de que aparezca el dolor, los vasos sanguíneos cerebrales se agrandan, haciendo que el flujo de sangre aumente. En ese momento, se ponen en marcha una serie de reacciones químicas que acaban causando el dolor de cabeza.
Por otro lado, la cafeína tiene propiedades vasoconstrictoras, es decir, que puede favorecer el estrechamiento de los vasos sanguíneos, reduciendo el flujo de sangre y aliviando los síntomas en los casos de dolor moderado.
Ahora bien, una ingesta excesiva de cafeína puede aumentar la intensidad de las migrañas y las cefaleas. O hacer que aparezcan, sobre todo si el individuo no toma café con frecuencia. A esto hay que añadir que el azúcar tampoco es de gran ayuda. Esta sustancia provoca cambios en las hormonas que afectan a los vasos sanguíneos del cerebro, lo que resulta en dolores de cabeza.
Como cada persona tiene características únicas y reacciona de formas diferentes, lo más acertado antes de eliminar ciertos alimentos y sustancias de nuestra dieta, es que cada uno compruebe por sí mismo qué efectos le provocan en el organismo. Esto aporta datos más fiables para poder aplicar tratamientos más efectivos. Por eso, el impacto de la cafeína en cada individuo depende en gran medida del nivel de tolerancia que se tenga, la dosis que se ingiera y la frecuencia. Ese es el motivo por el haya personas que sufren dolores de cabeza si no toman la dosis de café a la que están acostumbrados.
Otro punto a tener en cuenta es el uso que se hace de la cafeína en la fabricación de algunos medicamentos, como los analgésicos. En un principio, la cafeína favorece su absorción y potencia la capacidad analgésica en algunos pacientes, permitiendo que el compuesto actúe de forma más rápida y eficaz. En cambio, en otros puede desencadenar el dolor, especialmente las migrañas. Esta es una de las razones por las que los neurólogos desaconsejan el uso de la cafeína para tratar las cefaleas, ya que puede interferir con otros medicamentos prescritos para combatir ese tipo de patologías.
El dolor de cabeza y el síndrome de abstinencia
A menudo escuchamos a alguien decir que, a menos que tome su dosis diaria de café, aparecerá el dolor de cabeza. Muchos creen erróneamente que es debido a los efectos calmantes de la cafeína, como hemos visto anteriormente. Pero no es así en la mayoría de los casos.
Hay que recordar que la cafeína es una droga y, como tal, actúa sobre el sistema nervioso. A corto plazo, aumenta los niveles de energía, produce una mejora en nuestra percepción y estado de alerta, así como cambios en el estado de ánimo, proporcionándonos una sensación de bienestar. Pero cuando ingerimos café de forma continuada, cada vez necesitamos más cantidad para notar las mismas sensaciones y, con el tiempo, si las dosis sobrepasan las aconsejadas por los nutricionistas, nos volvemos dependientes de él.
Luego, cuando por alguna razón disminuimos o interrumpimos el consumo de café, aparece el síndrome de abstinencia, cuya manifestación más notable son los dolores de cabeza. Este dolor suele ser más frecuente por las mañanas y desaparece al tomar una taza de café.
Así que muchas cefaleas se deben, ni más ni menos, que a un consumo excesivo de cafeína.
Este es el caso de las llamadas «migrañas de fin de semana», que se producen los sábados y domingos, cuando no se toma la misma cantidad de café que el resto de días de la semana y se acostumbra a dormir más horas.
Cómo saber si tienes adicción a la cafeína
Si tienes dolores de cabeza y quieres saber si se deben al consumo de café, el primer paso es dejar de tomarlo durante dos o tres días. Si no aparece el síndrome de abstinencia, con cefaleas e irritabilidad, o incluso cansancio, significa que la cafeína no es la causa y hay que buscar qué provoca los dolores de cabeza.
Si, efectivamente, se debe al café, no caigas en la trampa de tomar una taza para aliviar el dolor. Este tiene una duración de entre unas horas a unos días, pero merece la pena resistir la tentación. Pasado ese periodo los niveles de energía aumentarán, así como tu capacidad para concentrarte y soportar el estrés diario. Y todo sin necesidad de introducir cafeína en tu cuerpo.
En conclusión, un consumo moderado de café (un máximo de entre 300 y 400 mg de cafeína al día) puede ser un tratamiento eficaz para los dolores de cabeza moderados. En cambio, un exceso, y sobre todo si se padecen migrañas fuertes, puede no resultar tan beneficioso. Incluso pudiera empeorar los síntomas.