Al pensar en algas marinas es posible que inmediatamente te venga a la mente el sushi que sirven en los restaurantes japoneses. Sin embargo, las algas son mucho más que un alimento exótico. Se utilizan en industrias como la cosmética o la agraria, y se consideran un producto esencial para alimentar a la creciente población mundial.
De hecho, la ONU publicó un manifiesto en 2020 animando a su cultivo, ya que las algas tienen un gran potencial para reducir los efectos del cambio climático (por su capacidad para reducir los gases de efecto invernadero), sustituir a los plásticos y acabar con el hambre en el mundo.
Pero, ¿qué son realmente las algas? Lo vemos a continuación.
¿Qué son las algas marinas?
Aunque se las conoce como «las plantas del mar», en realidad las algas forman parte de un grupo al que pertenecen todos aquellos organismos que no se pueden clasificar como animales, hongos, bacterias o plantas: el reino Protista.
A diferencia de las plantas terrestres, y a pesar de que realizan la fotosíntesis, las algas no tienen raíces, ni tallos ni hojas, ni tampoco producen flores. En realidad, se componen de una única estructura llamada talo.
Se han llegado a catalogar más de 30.000 especies y entre todas ellas la variedad de tamaños y formas es enorme. Podemos encontrar desde algas microscópicas a auténticos bosques marinos que alcanzan alturas de hasta 50 metros. Y lo mismo viven en mares que en ríos y lagos, ya sea flotando en la superficie del agua, adheridas a las rocas o sobre plantas y animales.
Las algas marinas constituyen un elemento importante para la supervivencia de los ecosistemas costeros. No solo proporcionan alimento y refugio a diversas especies, sino que filtran el agua de sedimentos, producen oxígeno y absorben dióxido de carbono.
Las algas marinas como alimento
La arqueología ha desvelado que las algas han sido consumidas por la población de la costa en prácticamente todo el planeta desde tiempos prehistóricos. Por ejemplo, la espirulina formaba parte de la alimentación de los kanuri africanos y de los aztecas en los siglos IX y XIV, respectivamente. En Japón, donde siguen siendo parte fundamental de la dieta, se introdujeron alrededor del siglo IV. De ahí se extendió al sudeste asiático, donde también cuentan con una larga tradición en el consumo de algas marinas.
Actualmente, las macroalgas son las que se destinan al consumo humano en mayor número, aunque también se utilizan microalgas como la Chlorella.
Las algas marinas comestibles se dividen en tres grupos dependiendo de su color, lo que les otorga diferentes propiedades y beneficios para el organismo:
Algas verde azuladas
Las algas de este grupo son muy ricas en nutrientes: poseen hasta un 70% de proteína vegetal y son una fuente natural de vitamina B12 (muy importante a tener en cuenta por quienes no comen carne). Además, tienen propiedades antiinflamatorias, antivirales y antioxidantes, lo que es beneficioso para prevenir enfermedades cardiovasculares, reducir los niveles altos de colesterol en sangre y reforzar el sistema inmunitario. Algunas investigaciones incluso aseguran que pueden tener propiedades anticancerígenas.
Un ejemplo de alga verde azulada es la espirulina.
Algas pardas
Este grupo aporta un elevado número de minerales, además de fibra tanto soluble como insoluble. También son ricas en ácidos grasos omega 3, que ayudan a disminuir los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares. Esta sustancia también regula los marcadores inflamatorios de dolencias como la artritis, mejora la salud ocular y protege las funciones cerebrales.
Pertenecen a este grupo la mayoría de algas comestibles: wakame, kombu, hiziki, arame, alaria, cochayuyo, fucus y espagueti de mar.
Algas rojas
Este tipo de alga puede llegar a tener hasta 20 veces más minerales que las plantas terrestres. Además, ejerce una acción prebiótica al fomentar el desarrollo de bacterias benignas en el intestino. Esto ayuda a prevenir la aparición de cáncer de colon.
También contiene proteínas y aminoácidos, y se le atribuyen propiedades antioxidantes, antivirales, inflamatorias e hidratantes. Todo ello favorece la salud de la piel y refuerza el sistema inmunitario.
Las algas nori, carragaheen (musgo de Irlanda) y dulse se incluyen en este grupo.
Consejos para preparar y cocinar algas marinas
Como hemos visto, las algas marinas son un alimento muy nutritivo repleto de propiedades y beneficios saludables. Y podemos prepararlas de muchas maneras diferentes: en salsas, batidos, sopas, ensaladas, crudas, cocidas, asadas, etc.
A la hora de cocinarlas, cada alga requiere un tratamiento diferente, sobre todo porque podemos comprarlas frescas, deshidratadas o en polvo.
Si son frescas, algunas algas se pueden consumir en crudo, pero la mayoría se cuecen para elaborar sopas o se fríen para utilizarlas como guarnición en platos de carne y pescado.
Por otro lado, las algas en polvo sirven para sazonar cualquier plato, desde ensaladas y sopas hasta carnes, pescados y guisos.
En el caso de las algas deshidratadas, necesitan un tiempo de remojo antes de cocinarlas. A partir de ahí, cada una requiere un tratamiento diferente. Ponemos algunos ejemplos:
- Hiziki: necesita 30 minutos de remojo y lo mismo de cocción. Tiene un sabor fuerte, por lo que se recomienda usarla en pequeñas cantidades para budines, sopas y guisos. No es bueno recalentarla.
- Kombu: después de ponerla en remojo durante 45 minutos, es necesario someterla a una cocción de media hora.
- Nori: no necesita remojo. Se suele utilizar espolvoreada por encima de sopas y cremas. Para ello, se tuesta en una sartén y se trocea para luego triturarla.
- Wakame: esta alga es conocida por ser el ingrediente principal de la sopa de miso. Con 15 minutos de remojo y 10 de cocción tiene suficiente. Aunque se puede consumir cruda en ensaladas, por ejemplo.
Por último, cabe mencionar que la industria alimentaria utiliza extractos de algas, como el agar-agar, en helados, salsas o mermeladas por su efecto gelificante.
En conclusión, las algas marinas son una especie muy variada que tiene múltiples usos, sobre todo en alimentación. En este sentido, hay quien los considera «superalimentos» por poseer un alto valor nutritivo. ¿Te animas a probarlas?