En la actualidad, las semillas se han convertido en un ingrediente casi indispensable en muchas gastronomías. Sus propiedades nutricionales son ampliamente reconocidas, tanto como los beneficios que aportan a nuestra salud.
Ahora bien, ¿pueden resultar útiles para combatir un problema de salud global como es la celiaquía?
La realidad es que el porcentaje de personas diagnosticadas como sensibles o intolerantes al gluten ha aumentado en las últimas décadas, especialmente en los países europeos y del continente americano, así como en el norte de África, Rusia y Australia. Y se enfrentan a una enfermedad crónica que puede aparecer a cualquier edad y para la que no hay cura.
Pero, ¿qué es la celiaquía? Más que de una intolerancia se trata de una respuesta del sistema inmunitario ante la presencia de gluten. Las defensas del organismo no reconocen esta proteína y la atacan, dañando las paredes del intestino delgado, que con el tiempo, será incapaz de absorber algunos nutrientes. Como resultado, el organismo sufrirá déficits nutricionales, diarrea, cansancio, hinchazón, anemia, osteoporosis, erupciones cutáneas, artritis o pérdida de peso, entre otros trastornos.
Una vida sin gluten
El único tratamiento eficaz para la enfermedad celíaca es erradicar el gluten por completo de la dieta, y de por vida. Para ello, estas personas deben estar siempre muy pendientes de todo aquello que comen.
Según lo define la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), el gluten es una proteína que se encuentra, de forma natural, dentro de la semilla de cereales como el trigo, la cebada, el centeno, la espelta y el triticale (un híbrido del trigo y el centeno), así como en sus derivados.
Como consecuencia, el gluten está presente en los productos elaborados con estos cereales, ya sean panes, galletas, harinas, barritas de cereales, pastas, pizzas, alimentos para bebés, cervezas, whisky, yogures, bombones, etc.
Hoy en día, se pueden encontrar secciones de alimentos sin gluten en tiendas especializadas y supermercados. Sin embargo, es imprescindible que una persona celíaca lea atentamente las etiquetas de cada producto porque, aunque el arroz, la avena y el maíz están libres de gluten, pueden contener trazas si se han manipulado en instalaciones donde también se procesa el trigo.
Ahora bien, seguir una dieta sin gluten no significa que la persona celíaca deba renunciar a los placeres de una buena comida o resignarse a comer siempre lo mismo. Existen harinas y gelificantes que le dan a las masas la consistencia y esponjosidad propia del gluten, así como una amplia gama de alimentos exentos de esta proteína. Entre ellos encontramos las semillas.
Las semillas y el gluten
Ante cualquier problema alimentario, es muy importante asegurarse de que los productos sustitutos que introducimos en la dieta no nos van a provocar una carencia nutricional, sino que contienen todos los nutrientes necesarios para mantenernos sanos.
A este respecto, las semillas son de gran utilidad. Todas ellas carecen de gluten y están repletas de macronutrientes y micronutrientes: ácidos grasos esenciales, fibra, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales.
Si bien es cierto que todas las semillas son aptas para personas celíacas, nos centraremos en las cuatro más recomendadas para este colectivo: chía, lino, quinoa y sésamo.
Semillas de chía
Es la semilla más utilizada en las dietas sin gluten. Se usa como complemento en los cereales del desayuno, espolvoreada en ensaladas, batidos, yogures y platos de carne. También se comercializa en forma de harina, que es una mezcla de chía molida y harina de arroz integral. Este formato es ideal para elaborar panes, galletas, barritas de cereales y bizcochos, espesar salsas o para empanar. En este caso se recomienda tamizarla y, para alimentos horneados, aumentar unos minutos el tiempo de cocción.
Aunque hay quien prefiere cocinar estos productos en casa, muchos de ellos se pueden adquirir en el mercado ya preparados.
A diferencia de otras semillas, no es necesario molerlas o triturarlas para consumirlas y obtener todos sus nutrientes.
Las semillas de chía destacan por ser ricas en calcio, fibra, ácidos grasos omega-3 y antioxidantes. Con estas propiedades, ayudan a cuidar el corazón, el tracto intestinal y colaboran en la pérdida de peso.
Antes de consumir chía, hay que tener en cuenta que pasarse de los 25 gramos diarios recomendado puede provocar molestias digestivas. Además, es preferible consultar al médico porque puede inhibir los efectos de medicamentos para el corazón y la presión arterial.
Semillas de lino
Estas semillas presentan elevados niveles de fibra y ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6, lo que las convierte en un alimento saciante capaz de regular el colesterol, los triglicéridos y la glucosa en sangre. Por tanto, ayudan a perder peso, a mantener un sistema cardiovascular saludable y a prevenir la diabetes.
También son ricas en antioxidantes, unos compuestos que previenen el envejecimiento prematuro y colaboran en la regeneración de los tejidos.
La cáscara de las semillas de lino es muy dura, así que para beneficiarnos de todas sus propiedades se pueden consumir trituradas o molidas. De esta manera se pueden añadir a todo tipo de platos o como ingrediente de masas para hornear.
Otra forma de comerlas es remojándolas en algún líquido. En este caso, se formará una gelatina que es muy beneficiosa para proteger las paredes de los órganos digestivos y facilitar la digestión.
Semillas de quinoa
Hoy en día, es muy común encontrar este tipo de semillas en cualquier supermercado o, incluso, en los menús de muchos restaurantes. De hecho, son un alimento muy versátil que combina bien en cualquier tipo de receta, postres o tentempiés.
Se comercializa en diferentes formatos: entera, en copos y como harina. También se puede encontrar pasta elaborada con harina de quinoa, sobre todo en tiendas especializadas en productos sin gluten.
Las semillas de quinoa aportan todos los aminoácidos esenciales que el organismo necesita. Además, abundan en ácidos grasos saludables, fibra, vitaminas del complejo B, minerales y proteínas.
Semillas de sésamo
Las propiedades de las semillas de sésamo ya eran conocidas en el antiguo Egipto y en Grecia, donde se utilizaban, no solo como alimento, sino con propósitos medicinales.
Hoy se sabe que contienen grandes cantidades de fibra, proteínas, minerales, ácidos grasos insaturados y antioxidantes. En conjunto, son capaces de regular los niveles de colesterol en sangre, proteger el corazón, mejorar el tránsito intestinal, prevenir la osteoporosis, actuar como antiinflamatorio natural y fortalecer el sistema nervioso.
Para beneficiarnos de tantas propiedades saludables, se recomienda consumir las semillas tostadas y trituradas, pero sin llegar a molerlas del todo. O masticarlas muy bien.
Las personas que padecen la enfermedad celíaca no podrán consumir trigo, pero tienen un abanico de posibilidades en otros productos, como las semillas. Estas aportarán color, sabor y texturas diferentes a sus platos, a la vez que un montón de beneficios que les permitirá gozar de buena salud.