El cerebro es el centro de control de nuestro organismo. De él surgen las órdenes para que cada órgano, hueso, músculo y célula cumpla su cometido de forma correcta.
Uno de los procesos más importantes y complejos que realiza el cerebro tiene que ver con la capacidad de registrar información, almacenarla y recuperarla de forma voluntaria. Es lo que se conoce como memoria. Esta función es posible gracias a las conexiones sinápticas que se producen entre las neuronas.
Factores como la edad, el estrés, una enfermedad o los malos hábitos de vida pueden impedir que se realicen dichas conexiones y deteriorar la memoria, lo que aumenta el riesgo de padecer problemas neurodegenerativos.
Sin embargo, es posible ralentizar ese deterioro si, a lo largo de nuestra vida, ejercitamos el cerebro con la lectura, el estudio, la música, ejercicios mentales y, por supuesto, suministrándole los nutrientes necesarios a través de una alimentación saludable.
Unos buenos hábitos alimentarios son esenciales para el bienestar del cerebro a cualquier edad. Por ejemplo, en los niños fomenta su desarrollo cognitivo, en adultos puede prevenir futuros problemas y en personas mayores ayuda a frenar el deterioro neuronal.
Los frutos secos mejoran la actividad cerebral
Todo el trabajo que realiza el cerebro implica un gasto considerable de energía. De hecho, a pesar de representar solo el 2% de nuestro peso corporal, este órgano consume un 20% de la energía que ingerimos. Y es que la salud cerebral está íntimamente ligada a nuestra dieta. De hecho, el cerebro extrae su combustible principal, la glucosa, de alimentos ricos en hidratos de carbono, como los cereales, las legumbres, las verduras, los lácteos y los frutos secos.
Pero también necesita otros nutrientes que son indispensables para producir las sustancias químicas, o neurotransmisores, que se encargarán de transmitir la información por todo el sistema nervioso. Entre ellos destacan los ácidos grasos del pescado azul, los antioxidantes que se encuentran en los frutos rojos y las vitaminas del complejo B que abundan en los cereales integrales. Curiosamente, todos estos elementos están presentes en los frutos secos.
Numerosos estudios, y en especial el realizado por investigadores de Loma Linda University Health (Beaumont, California), han demostrado que el consumo regular de frutos secos mejora los procesos cognitivos como la memoria, el aprendizaje y la capacidad de atención.
Estos alimentos tienen importantes concentraciones de ácidos grasos omega 3 y omega 6, ácido fólico y antioxidantes como los flavonoides. Los científicos han comprobado que estas sustancias se acumulan en el hipocampo, la zona del cerebro que controla la memoria y el aprendizaje.
Con respecto a los flavonoides, los investigadores creen que producen efectos neuroprotectores, dando lugar a la formación de nuevas neuronas, lo que asegura un buen funcionamiento cognitivo.
Otra de las características de los frutos secos es que aportan grandes beneficios al sistema cardiovascular. Como resultado, también mejora la salud cerebral. Esto es así porque los órganos reciben un mayor aporte de sangre y oxígeno, lo que contribuye a que el cerebro trabaje mejor.
¿Qué frutos secos refuerzan el cerebro y la memoria?
Los frutos secos son superalimentos repletos de minerales, vitaminas, proteínas, carbohidratos y ácidos grasos esenciales, necesarios para un funcionamiento óptimo de todo el organismo.
Entre sus muchos beneficios se encuentran la prevención contra enfermedades antiinflamatorias, incluidas las neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson; y evitar la oxidación de las células, causantes del envejecimiento prematuro.
Además, como ocupan poco espacio, se pueden consumir como tentempié en cualquier momento y lugar. Los expertos aconsejan no pasarse de los 30 gramos diarios. Incluso las personas vegetarianas y veganas pueden introducirlos en su dieta para obtener proteínas y grasas que no sean de origen animal. En este caso, pueden aumentar la ración a 50 gramos.
Ahora bien, aunque los frutos secos en general son una fuente de nutrientes, no todos aportan los mismos beneficios a la salud de nuestro cerebro. Veamos sus propiedades a nivel individual.
1. Almendras
Las almendras ayudan a combatir los estados de ansiedad y estrés gracias a su contenido en fenilalanina, un aminoácido que activa la producción en el cerebro de dopamina, adrenalina y noradrenalina. Estas hormonas se encargan de controlar los estados de ánimo.
Poseen altas concentraciones de potasio, ácidos grasos poliinsaturados y oligoelementos, cuya carencia afecta negativamente a los procesos cerebrales, como la memoria.
Por otro lado, la presencia de riboflavina (vitamina B2) y del aminoácido L-carnitina estimula la actividad cerebral produciendo nuevas conexiones neuronales. Al mismo tiempo, las almendras liberan acetilcolina. Todos estos procesos son esenciales para gozar de una buena memoria.
Los médicos recomiendan comer almendras durante el primer trimestre de embarazo ya que sus nutrientes inciden directamente en el desarrollo del sistema nervioso del feto.
2. Anacardos
Los anacardos contienen la cantidad de triptófano más elevada de todos los frutos secos. Este aminoácido interviene en la síntesis de serotonina, el neurotransmisor asociado a los estados de bienestar. El triptófano, junto con la presencia de vitaminas del grupo B, puede ayudar a paliar los síntomas de la depresión.
Además de ácidos grasos monoinsaturados, en los anacardos abundan el hierro (encargado de transportar oxígeno a todas las células del organismo), el magnesio (un mineral esencial para el completo sistema nervioso) y el cobre (interviene en el mantenimiento de vasos sanguíneos, huesos y nervios).
3. Cacahuetes
Los cacahuetes son ricos en arginina y polifenoles, cuyas propiedades antioxidantes y vasodilatadoras le dan flexibilidad a los vasos sanguíneos y aumentan el flujo de sangre que llega al cerebro. Como resultado de la llegada de más nutrientes y oxígeno, aumenta la capacidad cognitiva y se combate el deterioro de las capacidades cerebrales, especialmente las que están relacionadas con la edad.
4. Nueces
Las nueces son una fuente importante de ácidos grasos omega 3 y omega 6, ambos esenciales para el buen funcionamiento neuronal y de todo el sistema nervioso. Al mismo tiempo, favorecen la producción de serotonina, la llamada «hormona de la felicidad», por lo que las nueces pueden actuar como un antidepresivo natural.
También destacan por su contenido en antioxidantes. Estas sustancias protegen las células del proceso de oxidación, causante de enfermedades como el alzhéimer y el cáncer. Uno de esos antioxidantes es la melatonina, esencial para regenerar el organismo, y el cerebro, durante el sueño.
Por último, el ácido fólico que contienen las nueces impide que se disparen los niveles de homocisteína en sangre, disminuyendo los riesgos de sufrir enfermedades cerebrovasculares.
5. Pistachos
Son ricos en antioxidantes, concretamente en resveratrol, que ayudan a prevenir las enfermedades neurodegenerativas y los accidentes cerebrovasculares. También en magnesio, un mineral muy necesario para mantener en buen estado el sistema nervioso. Su presencia en el organismo previene trastornos como la ansiedad, la depresión, el estrés y el insomnio.
Su consumo se asocia a un aumento de las ondas gamma cerebrales, relacionadas con el procesamiento y la retención de la información y, por lo tanto, con una mejora de la memoria.
En resumen, si queremos frenar los efectos del envejecimiento y garantizar el buen estado de nuestra salud cognitiva durante más tiempo, una opción natural y saludable pasa por consumir frutos secos de forma habitual.