Cuando hablamos de cafeína, nuestro cerebro lo asocia automáticamente con una buena taza de café. Y eso es lo primero que piensan muchas personas al despertar por la mañana o en la sobremesa. Necesitan su dosis de cafeína para afrontar con energía las horas que tienen por delante.
¿El motivo? La forma en cómo actúa esta sustancia sobre el sistema nervioso central, como veremos a continuación.
Sin embargo, la cafeína no es una sustancia exclusiva del café y, sin saberlo, quizás la estamos ingiriendo a través de otros productos.
Veamos qué es, para qué sirve y dónde podemos encontrar esta sustancia
¿Qué es la cafeína?
La cafeína es un compuesto químico, en concreto un alcaloide, que se encuentra de forma natural en las hojas y semillas de decenas de plantas, como el café, el té, el cacao, la nuez de cola, la yerba mate o el guaraná. Aunque el ser humano también la fabrica de forma sintética para añadirla a medicamentos y bebidas energéticas.
La del café se descubrió en 1820 y siete años más tarde la teína del té, que como se demostró en 1938, es en realidad cafeína. Lo mismo ocurre con la guaranina y la mateína.
Al formar parte de las bebidas más consumidas del planeta, la cafeína es también la droga psicoactiva más extendida entre la población mundial.
En dosis moderadas, estimula el sistema nervioso, reduce la somnolencia y aumenta la capacidad de concentración y alerta. Pero, en dosis elevadas o prolongadas, puede provocar dependencia y algunos problemas de salud.
¿Cómo actúa la cafeína?
Cuando tomamos cafeína, el organismo la absorbe rápidamente a través del tracto gastrointestinal. De ahí pasa a las células y, dependiendo de la cantidad que hayamos ingerido, empieza a hacer efecto entre 15 y 60 minutos después. El tiempo de acción se puede prolongar de dos a ocho horas.
A lo largo del día vamos acumulando una sustancia llamada adenosina, que es la que nos relaja y provoca el estado de somnolencia. La cafeína actúa directamente sobre ella, inhibiendo sus efectos. Al mismo tiempo, estimula la liberación de dopamina, la llamada hormona del placer y la felicidad, activando los sentidos y poniendo el cuerpo en alerta. Por eso, decimos que el café es una bebida estimulante.
Como resultado, la cafeína ayuda al cerebro a estar más concentrado y mejora la memoria. Pero también puede provocar dolor de cabeza, ansiedad, nerviosismo, insomnio, trastornos intestinales y aumentar la frecuencia cardíaca.
Estos síntomas no se presentan de igual forma en todas las personas, sino que dependen mucho de la edad, el peso, el estado de salud y, sobre todo, del grado de sensibilidad que cada uno tenga a la cafeína. Cuanto menor sea esa sensibilidad, mayor cantidad habrá que tomar para notar sus efectos.
Los efectos de la cafeína en el cuerpo
Además de influir en ciertos neurotransmisores, la cafeína, tiene otros muchos impactos sobre nuestro organismo.
Recarga energética
Ya hemos visto que la cafeína estimula el sistema nervioso para mantenernos despiertos, pero otro de sus efectos es aportar una inyección de energía.
Cuando nos sentimos cansados significa que la adenosina ya ha entrado en acción. Si en esos momentos tomamos cafeína, no solo nos despejaremos, sino que notaremos cómo recuperamos las fuerzas y nuestro rendimiento aumenta. Esto es debido a que la cafeína también estimula la liberación de adrenalina en el torrente sanguíneo.
En realidad, no es que la cafeína nos recargue las pilas, sino que impide que el cerebro detecte el cansancio.
Aumenta la presión arterial
Otro de los efectos de la cafeína sobre el sistema nervioso es el aumento de los niveles en sangre de la hormona del estrés, llamada cortisol. La cafeína envía mensajes a las glándulas suprarrenales para que incrementen la producción de esta hormona. Como consecuencia, aumentan el ritmo cardíaco y la presión arterial. Esto puede provocar falta de concentración, nerviosismo o insomnio, especialmente en personas que no están acostumbradas a la cafeína o la toleran mal.
Las personas sanas no deben preocuparse por este efecto transitorio. Además, diversos estudios internacionales han demostrado que el consumo moderado de cafeína (200-400 mg/día) no incrementa el riesgo de padecer hipertensión. Sin embargo, las personas hipertensas o con problemas coronarios sí deberían regular el consumo de esta sustancia.
Activa el corazón y los pulmones
Gracias a la adrenalina que libera la cafeína, los ritmos cardíaco y respiratorio aumentan, aportando más oxígeno a las células y mejorando el rendimiento de los músculos. Esto es especialmente beneficioso para deportistas que, al ingerir este compuesto, ven como la capacidad pulmonar se amplía y la fatiga disminuye.
Es diurética
La cafeína posee propiedades diuréticas. Por eso, si se toma en forma de bebida, estimula los riñones aumentando la producción de orina y, por lo tanto, elimina el exceso de líquido y sales. Sin embargo, el abuso de la cafeína a la larga puede provocar problemas renales.
Activa el metabolismo
La termogénesis es el proceso que el organismo utiliza para quemar grasa mediante la generación de calor. La cafeína es capaz de acelerar este mecanismo y mantenerlo hasta tres horas después de haberla ingerido.
Por otro lado, cuando la cafeína se metaboliza en el hígado, se forma una sustancia llamada paraxantina. Su principal función es la de acelerar la lipólisis, es decir, la destrucción de las grasas sobrantes en el organismo. Estas propiedades son el motivo principal de que la cafeína se use en productos de adelgazamiento.
Estimula la secreción de enzimas digestivas
La cafeína estimula la liberación de ácido en el estómago y esto, en ocasiones, puede provocar acidez y reflujo gástrico.
Reduce el dolor de cabeza
La cafeína tiene propiedades vasoconstrictoras que ayudan a aliviar la presión que reciben los vasos sanguíneos. Como resultado, el dolor de cabeza en casos de jaquecas fuertes y migrañas disminuye.
Ahora bien, un consumo excesivo de cafeína puede hacer que los dolores aparezcan o se intensifiquen. Todo depende del grado de tolerancia hacia esta sustancia.
Dificulta la absorción de nutrientes
Diversos estudios han corroborado que la cafeína impide una correcta absorción del hierro y del calcio por parte del intestino delgado, y que influye en los niveles de ferritina, la hormona que indica cuánto hierro tenemos acumulado en el organismo. Aunque también juegan un papel importante los taninos del chocolate, el té y el café.
Los expertos aconsejan no tomar productos con cafeína junto con las comidas principales. Pero son sobre todo las personas con déficit de estos minerales, o que sufren anemia y osteoporosis, las que deben extremar las precauciones.
Produce dependencia
Un consumo moderado de cafeína nos aporta muchos beneficios. Sin embargo, sobrepasar los 700 mg de esta sustancia puede crear adicción, hasta el punto de que no podamos afrontar las tareas diarias sin beber una taza de café o una bebida energética. Esto se debe a que el uso prolongado de cafeína hace que la producción de cortisol (la hormona que nos proporciona energía y nos espabila de forma natural) disminuya.
Por lo tanto, cada vez dependeremos más de la cafeína para mantener los niveles de energía.
¿Para qué sirve la cafeína?
Industrias como la alimentaria y la farmacéutica utilizan la cafeína en algunos de sus productos debido a sus propiedades energizantes y estimulantes.
Por ejemplo, son bien conocidas las bebidas de cola, de cacao, las energéticas o las barras de chocolate.
La cafeína también se puede encontrar en forma de cápsulas y está presente en complementos alimenticios destinados a perder peso y a mejorar el rendimiento deportivo.
Incluso se usa en tratamientos terapéuticos, administrándose por vía oral o mediante inyección intravenosa.
Por último, la cafeína forma parte de medicamentos como los analgésicos, cuyo objetivo es potenciar los efectos de estos, y de cremas para la piel que se utilizan para prevenir el envejecimiento, reducir las ojeras, combatir la celulitis y mejorar su aspecto.
Como hemos visto, la cafeína es una sustancia natural con múltiples usos y propiedades. Tomada con moderación, y siempre que no haya algún problema de salud que lo impida, aporta muchos beneficios a nuestro organismo, tanto a nivel externo como interno.