La cafeína, ¿es una ayuda para adelgazar?

Dicen que la cafeína ayuda a adelgazar. ¿Es un mito o una realidad? Descúbrelo leyendo el siguiente artículo.

La ciencia ha demostrado que la cafeína, consumida con moderación, puede llegar a ser una sustancia beneficiosa para nuestro organismo. Habitualmente, este estimulante se utiliza para recargar energías, aunque tiene otras muchas propiedades. Entre ellas destaca la capacidad para acelerar el metabolismo y quemar grasas. Gracias a ello, su uso como complemento para adelgazar se ha hecho muy popular en los últimos años. Tanto que incluso existe la dieta del café.

Ahora bien, ¿hasta qué punto es seguro usar cafeína para perder peso?

Los mecanismos de la cafeína para adelgazar

La cafeína es una de las sustancias más investigadas del mundo. Esto ha hecho posible descubrir sus propiedades y beneficios, así como sus contraindicaciones y efectos secundarios. Sin embargo, en cuanto a sus efectos sobre la pérdida de peso, la multitud de estudios existentes arrojan resultados contradictorios. Por un lado, están los que defienden la incorporación de la cafeína como complemento en la dieta, y así lograr alcanzar los objetivos de adelgazamiento. Pero, por otro lado, están los que aseguran que la cafeína no influye de forma tan contundente ni es tan eficaz a la hora de perder kilos.

Para aclarar el tema, veamos cuáles son los efectos reales de la cafeína en el organismo:

Acelera el metabolismo

La cafeína activa el sistema nervioso porque, al llegar al cerebro, impide la acción de la adenosina, un nucleótido que produce efectos sedantes haciendo que nos sintamos cansados al final del día y nos entre sueño. Al mismo tiempo, estimula la producción de adrenalina y dopamina. Como consecuencia de este aumento en el ritmo metabólico, el cuerpo se siente menos cansado y consume más calor, por lo que quema calorías más rápidamente. Este es el factor principal por el que la cafeína se utiliza en algunas dietas y complementos para adelgazar. Aunque no sirve de mucho si nova acompañado de ejercicio y una menor ingesta de calorías.

También hay que tener en cuenta que cada individuo metaboliza los alimentos y las bebidas a diferentes velocidades. De manera que la cafeína puede aumentar la tasa metabólica de una persona (es decir, la velocidad a la que quema calorías en estado de reposo), pero no de otra.

Reduce la sensación de hambre

En un estudio realizado en la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, los participantes que tomaron cafeína por la mañana se saciaban antes y comían menos durante el desayuno. Sin embargo, lo compensaban en el resto de comidas, así que se concluyó que la cafeína no quita el hambre.

En cambio, otras investigaciones demuestran que la cafeína reduce los niveles de grelina, la hormona encargada de despertar el apetito.

Favorece la obesidad

En las personas muy sensibles a esta sustancia o en aquellas que la han tomado en exceso, la cafeína puede provocar irritabilidad y problemas de insomnio. Y está comprobado que dormir poco y mal va asociado a un incremento de grelina, lo que a su vez puede contribuir a aumentar el apetito, sobre todo por alimentos muy calóricos. ¿El resultado? Un indeseable aumento de peso. Por eso es muy importante tener en cuenta todas las fuentes de cafeína que ingerimos, como el café, el té, los refrescos de cola o las bebidas energéticas.

Mejora el trabajo muscular

Cuando se practica ejercicio, es bastante común abandonar en cuanto aparecen los primeros dolores y molestias que genera el esfuerzo por la falta de costumbre. En estos casos, la cafeína puede ser un gran aliado, ya que, además de reducir la fatiga, está demostrado que potencia el rendimiento muscular y reduce el dolor.

Cómo tomar cafeína para perder peso

Si decides introducir la cafeína en tu dieta de adelgazamiento, antes debes tener en cuenta una serie de factores:

  • Grado de sensibilidad. Hay personas que son muy tolerantes a la cafeína y necesitan tomar grandes cantidades para notar sus efectos. Mientras que a otras una mínima dosis las altera. En este caso, tendría poco sentido utilizarla como complemento quemagrasas.
  • Estado de salud. Las personas que tienen problemas coronarios, de hipertensión o digestivos deberían consultar a su médico antes de consumir cafeína regularmente, ya que sus síntomas podrían empeorar.
  • Tipo de bebida y preparación. La principal fuente de cafeína a la que solemos recurrir es el café. Pero no todas las variedades son igual de saludables. Es preferible el de tueste natural al torrefacto, más calórico que el primero porque se le añade azúcar en el proceso de elaboración.
  • Preparación de la bebida. El té y el café son bebidas poco calóricas. Sin embargo, los posibles efectos de la cafeína para bajar el peso se pueden ver anulados si las tomamos con azúcar, leche o nata. También si abusamos de las bebidas azucaradas. No olvidemos que la clave para adelgazar está en consumir menos calorías de las que quemamos.
  • Cantidad de cafeína. La dosis diaria recomendada de cafeína no debería superar los 400 mg, lo que equivaldría a tres o cuatro tazas de café, o a dos bebidas energéticas. Además, a la hora de calcular la cantidad de cafeína que ingerimos, hay que tener en cuenta que el café de la variedad arábica contiene menos cafeína que el de la clase robusta, o que el té negro es más excitante que el verde y el rojo.

A esto hay que añadir otros alimentos y suplementos que quizás consumamos a lo largo del día, como el chocolate (o alimentos que lo contengan); los refrescos de cola, guaraná o mate; y concentrados de cafeína en pastillas.

En vista de lo anterior, queda claro que la cafeína puede ser un ayudante para adelgazar, pero no es un ingrediente milagro. Ante todo, debes conocer tu cuerpo, tener en cuenta tu estado de salud y saber cómo reacciona a la cafeína porque, como hemos visto, su efecto es diferente en cada individuo y depende de varios factores. Por eso, debes cuidar lo que tomas, cómo lo haces y en qué cantidad.

Lo importante es tener buenos hábitos alimenticios, abandonar la vida sedentaria y tener un plan de alimentación que tenga en cuenta nuestras necesidades y que, a ser posible, esté controlado por un nutricionista.